En los últimos tiempos estamos siendo testigos de una cierta confusión en el mundo del autocaravanismo, debería ser perfectamente evitable. ¿Qué sucede? ¿Por qué intentamos ir a contracorriente? Al menos, esa la impresión que muchos autocaravanistas estamos percibiendo.
Haciendo un poco de historia podríamos también hacer un paralelismo de nuestro campismo, en sus tres distintas modalidades, con la historia de España: continuos desacuerdos y desencuentros con muy poca objetividad para el fin último que debería unirnos; naturalmente, de lo que hablo no es de la unión supeditada de la que, probablemente, muchos temen.
Con un pequeño análisis nos damos cuenta de que para tener proyectos conjuntos nos es necesario que una entidad esté supeditada a otra, contrario a lo que generalmente se cree y que, sin duda, está resultando tan nocivo para nuestros intereses. Evidentemente, las alianzas no por eso van ser menos efectivas; es más, por el contrario, dichos proyectos estarían mucho más reforzados ante las autoridades por un acuerdo unánime y común a todas las entidades federadas y no federadas sin ninguna distinción. En realidad, aquí de lo que se trata es de los resultados y no de nombres, medallas o entidades cualesquiera; siempre debemos tener en cuenta que las personas pasan y lo que ciertamente perdura es el proyecto logrado.
A cada entidad, federada o no federada, se le debe reconocer por las gestiones que haya hecho por el autocaravanismo, como también se deben reconocer los errores que se hayan cometido por parte de federaciones o clubes, ese sería un buen comienzo, si se diera el caso, para quienes fueran los actores de una acción conjunta; pero eso no significa que nadie pueda tener carta blanca en un asunto que nos atañe a todos. Por encima de todo, debemos estar preparados para reconocer que todo cuanto se haga es por y para el autocaravanismo en general. Esto es bien sencillo, nuestras entidades son sin ánimo de lucro, aunque es bien sabido, creo que es importante recordarlo. Es decir, son para el bien común de los autocaravanistas y, aunque parezca que nos apartamos del tema, esta reflexión también puede extenderse a los caravanistas o usuarios de tiendas de campaña que no cuesta nada recordar que también existen.
Algunas veces nos lamentamos porque nuestros vecinos tienen unas mejores condiciones sin darnos cuenta de que siempre, ineludiblemente, hay una razón para que las cosas sean así en nuestro país.
La conclusión es que estamos muy por detrás de nuestros vecinos y probablemente nos costará mucho más tiempo del que sería necesario para mejorar nuestra situación (esto no es nada nuevo, ha sido siempre así); es obvio que no hacemos lo mismo que nuestros vecinos, no nos esmeramos en aprender de los que saben más que nosotros, ahí reside nuestro gran error: debemos apartarnos de la soberbia –que es el primer pecado capital, si se me permite la expresión y esto nos engloba a todos quienes estamos en el mundo del autocaravanismo sin excepción– y trabajar juntos sin ningún temor. Podemos continuar como hasta ahora o dar un paso hacia delante y formar algo serio y duradero. No debemos olvidar que el autocaravanismo apenas está comenzando y aún le quedan muchos proyectos más allá de la legalización. Nadie va perder credibilidad ni el protagonismo que en rigor le corresponda, alejémonos de los miedos y hagamos un trabajo bien hecho. Estoy seguro de que al final los autocaravanistas agradeceremos esa buena gestión.
Muchas gracias,
J.I.G
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